lunes, 12 de noviembre de 2007

Robinho, Raúl y Van Nistelrooy dan la victoria al Madrid


Al contrario que el Barça que dirigen Laporta y Rijkaard, el Madrid mantiene desde el final del curso pasado un estado radiante que le mantiene en la cima. Ha convertido la efervescencia en la mejor receta cuando se le gripan los partidos; cuando, como hoy ante el Mallorca, se siente exigido al máximo.

Con la intensidad adecuada y la chispa de algunos de sus distinguidos, el Madrid reina como nadie en la Liga. Frente al alegre y valiente grupo de Manzano, la chispa de Robinho y la eterna energía de Raúl l
e permitieron rescatar una victoria que tuvo en sus manos durante la mayor parte de la jornada. Un triunfo que de nuevo hizo vibrar a sus aficionados.
Con mayor o menor estilo, el Madrid convierte muchos de sus partidos en una espectáculo que divierte a toda la grada. Ante el Mallorca nada resultó fácil. No hubo un instante de sosiego.


Pocos equipos enredan más en Chamartín que el Mallorca, que hace años que le cogió el gusanillo al santuario blanco. Tiene un puñado de futbolistas notables, la mayoría hace años que se matriculó en Primera División. El conjunto balear devolvió golpe por golpe a su imponente adversario, castigado sin Guti ni Sergio Ramos, el mejor guía. Sin tregua apareció Robinho, que se alió con su compatriota Marcelo y provocaron la primera decepción para el Mallorca. No fue la única asistencia de Marcelo, que minutos después concedió a Varela el empate tras un pésimo despeje que puso en evidencia su desconfianza en la pierna derecha.

Desbocados los dos equipos, ambos siempre en dirección a la portería contraria, se repitieron los protagonistas. Al 2-1 de Robinho contestó Varela con un remate desde fuera del área que Casillas apenas pudo ver de lejos. El pulso no admitía concesiones. Gago, cada vez más controlado, se encargaba de defender mientras que Robinho trucaba una y otra vez a los defensas contrarios. Sobre todo en el Bernabéu, el brasileño ha encadenado su mejor racha desde su fichaje. Desde que Schuster le perdonara su fiesta de Maracaná, Robinho ha espabilado como nunca. La batuta del técnico le ayuda. Hoy es un futbolista más dañino que nunca porque arranca desde la portería rival, donde jugadores como él crean pánico. Schuster, al contrario que Capello, le premia dentro del campo dejándole jugar partidos casi completos. Al final, le relevó por Drenthe para que la afición le ovacionara. Suya también había sido la jugada del tercer gol local, el sexto de Raúl en la Liga, y la obra maestra del día: un regate espectacular a Héctor que se habría tragado el mejor Maldini.

Lo de Raúl es una constante. Nunca baja el ritmo y en tardes como la de ayer resulta uno de los mejores jugadores posibles. Cuando más apretaba el Mallorca, decidido y descarado con el marcador en contra y a favor, con Ibagaza al mando y Güiza al frente de Casillas, el capitán madridista mantuvo el aliento de todos. Además, esta temporada el siete se ha refrescado frente al gol y ya se sabe que la puntería es el mejor antídoto contra el cansancio.

En el tramo final, Raúl se expuso en tres dimensiones: cerró la gran jugada de Robinho en el tercer tanto, puso a Van Nistelrooy frente al gol en el cuarto y su espíritu mantuvo vivo al Madrid hasta el final, con el Mallorca al asalto de la meta de Casillas. Después de haber retorcido dos veces un marcador en contra, al agradecido equipo de Manzano le perdió su falta de prudencia final. No supo administrar su ventaja. Ballesteros se equivocó al escoltar a Raúl cuando la jugada demandaba que anudara a Van Nistelrooy y el enfoque del holandés fulminó al conjunto isleño. Una vez más, el Madrid de las remontadas, el que lleva 15 victorias consecutivas en el Bernabéu, en siete de las cuales ha tenido el marcador en contra. Hoy tiene más fútbol que en la temporada pasada. Pero su fe es la misma. Nada que ver con su perezoso competidor azulgrana.

Blanca de Haro López
Susana Ramos Muñoz

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