Después de permanecer 37 horas ocultos en un zulo a cuatro metros de profundidad, los Bomberos y la Policía Nacional lograron ayer liberar a los dos okupas que se encerraron en la mañana del jueves para impedir el desalojo del edificio conocido como Casas Viejas.
La Policía y el secretario general del Sindicato de Obreros del Campo (SOC),que intervino como mediador por parte de la Asamblea de Casas Viejas, intentaron a lo largo de la mañana que se produjera una salida voluntaria de ambos okupas.
La Policía confirmó que los jóvenes, lejos de lo que había asegurado la asamblea de Casas Viejas, disponían de un sistema que les hubiera facilitado, de haberlo pretendido, autoliberarse de las placas de hormigón a las que supuestamente se habían encadenado en una operación sin retorno. Ambos tenían sujetas sus manos con unas bridas metálicas de fontanería, que a su vez estaban unidas a una cadena y en su extremo habían colocado un mosquetón de alpinismo, un cierre que podrían haber abierto en cualquier momento sin necesidad de ayuda externa. La Policía descubrió este mecanismo tras introducir una minicámara de fibra óptica en uno de los túneles.
Los equipos de rescate pensaron la posibilidad de excavar un túnel paralelo para liberar a los dos individuos, pero aunque la galería se hallaba bien construida las características del terreno arcilloso sobre el estaba construido el edificio aconsejaron descartar esa posibilidad por el riesgo a un derrumbe que siempre estuvo presente.De hecho, cuando los Bomberos empezaron a excavar este túnel se desprendió arena de las paredes de la galería.
La tarde de ayer Iván, un profesor de geografía de 29 años, abandonaba voluntariamente el encierro cuando la Policía estaba a punto de cortar la brida de su muñeca con una pequeña navaja extensible que introdujeron por el hueco en el que estaba el brazo.
Después de la salida de Iván, salía el segundo okupa, Agustín, un filósofo de 39 años, que sí tuvo que ser liberado por la Policía. El rescate de este hombre fue más complicado, ya que los agentes tuvieron que picar la placa de hormigón en la que estaba introducido el brazo hasta llegar al anclaje.
La ambulancia de los Bomberos trasladó a los dos jóvenes hasta el hospital Virgen del Rocío, donde se le practicaron diversas pruebas para comprobar su estado de salud. Ambos están detenidos y permanecen bajo custodia policial,la Policía se comprometió ayer con los abogados de los okupas a ponerlos a disposición judicial lo antes posible.
Los dos okupas se encontraban bien de salud pese a que no habían comido durante todo su encierro para evitar hacerse sus necesidades encima y habían bebido poca agua. La Policía tuvo que inmovilizarlos a ambos atándoles las piernas porque cada vez que bajaban los Bomberos eran recibidos a patadas por los dos okupas. El momento más complicado del encierro se vivió a mediodía de ayer, cuando el nivel de oxígeno en la galería descendió, por lo que los Bomberos tuvieron que suministrarles oxígeno con mascarillas y bombonas. La Policía temía que los jóvenes perdieran la conciencia, con lo que el rescate hubiera sido prácticamente imposible.
Mientras las fuerzas policiales y los equipos de rescate procedían al desalojo forzoso de los encerrados, varios centenares de personas del movimiento okupa se concentraron en una zona de la cuidad para protestar contra el desahucio y lanzar gritos de ánimo a los jóvenes.
Susana Ramos Muñoz
La Policía y el secretario general del Sindicato de Obreros del Campo (SOC),que intervino como mediador por parte de la Asamblea de Casas Viejas, intentaron a lo largo de la mañana que se produjera una salida voluntaria de ambos okupas.
La Policía confirmó que los jóvenes, lejos de lo que había asegurado la asamblea de Casas Viejas, disponían de un sistema que les hubiera facilitado, de haberlo pretendido, autoliberarse de las placas de hormigón a las que supuestamente se habían encadenado en una operación sin retorno. Ambos tenían sujetas sus manos con unas bridas metálicas de fontanería, que a su vez estaban unidas a una cadena y en su extremo habían colocado un mosquetón de alpinismo, un cierre que podrían haber abierto en cualquier momento sin necesidad de ayuda externa. La Policía descubrió este mecanismo tras introducir una minicámara de fibra óptica en uno de los túneles.
Los equipos de rescate pensaron la posibilidad de excavar un túnel paralelo para liberar a los dos individuos, pero aunque la galería se hallaba bien construida las características del terreno arcilloso sobre el estaba construido el edificio aconsejaron descartar esa posibilidad por el riesgo a un derrumbe que siempre estuvo presente.De hecho, cuando los Bomberos empezaron a excavar este túnel se desprendió arena de las paredes de la galería.
La tarde de ayer Iván, un profesor de geografía de 29 años, abandonaba voluntariamente el encierro cuando la Policía estaba a punto de cortar la brida de su muñeca con una pequeña navaja extensible que introdujeron por el hueco en el que estaba el brazo.
Después de la salida de Iván, salía el segundo okupa, Agustín, un filósofo de 39 años, que sí tuvo que ser liberado por la Policía. El rescate de este hombre fue más complicado, ya que los agentes tuvieron que picar la placa de hormigón en la que estaba introducido el brazo hasta llegar al anclaje.
La ambulancia de los Bomberos trasladó a los dos jóvenes hasta el hospital Virgen del Rocío, donde se le practicaron diversas pruebas para comprobar su estado de salud. Ambos están detenidos y permanecen bajo custodia policial,la Policía se comprometió ayer con los abogados de los okupas a ponerlos a disposición judicial lo antes posible.
Los dos okupas se encontraban bien de salud pese a que no habían comido durante todo su encierro para evitar hacerse sus necesidades encima y habían bebido poca agua. La Policía tuvo que inmovilizarlos a ambos atándoles las piernas porque cada vez que bajaban los Bomberos eran recibidos a patadas por los dos okupas. El momento más complicado del encierro se vivió a mediodía de ayer, cuando el nivel de oxígeno en la galería descendió, por lo que los Bomberos tuvieron que suministrarles oxígeno con mascarillas y bombonas. La Policía temía que los jóvenes perdieran la conciencia, con lo que el rescate hubiera sido prácticamente imposible.
Mientras las fuerzas policiales y los equipos de rescate procedían al desalojo forzoso de los encerrados, varios centenares de personas del movimiento okupa se concentraron en una zona de la cuidad para protestar contra el desahucio y lanzar gritos de ánimo a los jóvenes.
Susana Ramos Muñoz
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